martes, 1 de marzo de 2011

Videos sobre Miramar

Les presentamos videos que se realizaron sobre Miramar:

Estudio país retrata la belleza y singularidad de la localidad




Por su parte, Udiversidades nos muestra la Biodiversidad de Mar Chiquita




Les presentamos un documental sobre Mar de Ansenuza




Concluimos la presentación de los videos con un video escalofriante sobre el Hotel Viena, cuya historia intriga a miles de personas

Crónica de Miramar por Eliana Loughlin

Nací en Miramar, mis padres alquilaron un par de lugares al comienzo, pero cuando tenía 4 años adquirimos la casa propia en la cual viven aún hoy en uno de los barrios de dicha localidad.

Allí crecí, fui al jardín, luego a la escuela primaria, a la secundaria y al no haber muchas posibilidades para estudiar y progresar en el lugar, decidí ir a Córdoba capital a estudiar.

En mis recuerdos están las temporadas de Miramar, donde llegaba mucha gente de todas partes a pasar sus vacaciones en familia; y las largas tardes de playa cerca de la casa donde vivía bañándonos en la laguna con vecinos y amigos del barrio.


En aquel entonces no había la cantidad de hospedajes, departamentos y alojamientos que existen hoy en día. Lo más común era ver los campings llenos de carpas los fines de semana y el centro lleno por las noches donde no había más que la opción de cenar en algún restaurante o comedor o bien tomar un helado en familia en alguna de las dos heladerías que había.

Con el paso del tiempo fui creciendo, y en el 2003 experimenté la primera inundación en el pueblo. Había escuchado hablar de inundaciones anteriores, y mis abuelos me habían contado de lo que había pasado hacía muchos años atrás; pero nunca pensé que iba a vivir en vivo y en directo una de esa magnitud.

Si bien la inundación fue progresiva y dio tiempo a cada habitante a sacar las cosas de sus hogares, y mudarse a otro lugar; el panorama y las escenas de personas sacando las cosas de sus casas sin saber si volverían a recuperar sus hogares era la crónica del día y una imagen que se repetía cada día realmente triste.


De mi casa no tuvimos que mudarnos. Pero mi papá si ayudó a los vecinos a subir sus cosas a diferentes vehículos para trasladarlas, y a llenar bolsas de arena para crear un tipo de defensa contra las olas que rompían en la costa y traían el agua a pasos agigantados.

Recuerdo que nos íbamos a dormir con mi hermana a la noche y escuchábamos el ruido del viento norte y las olas embravecidas, y pensábamos si alguna mañana tendríamos que agarrar todas nuestras cosas e irnos a otro lugar.

Gracias a Dios, sólo tuvimos agua frente a nuestra casa que llegó por la cuneta, pero nunca tuvimos agua en el interior. Para ir a la escuela nos cruzábamos a la vereda del frente e íbamos caminando por la misma vereda hasta llegar a una de las calles cercanas a donde se encontraba nuestra casa que no tenía agua y de ahí íbamos a la escuela.


Así como un día comenzó a subir el nivel de la laguna, después de un período de alrededor de nueve meses aproximadamente, comenzó a normalizarse el nivel de la misma. El paisaje se veía totalmente alterado, destrozado en algunos sectores y completamente triste.

Algo que siempre me impactó de Miramar, y que me sigue encantando de este lugar, es el de apostar a más. Si bien se sufrieron pérdidas durante esa época, la actitud de hoy es continuar levantándose aún en medio de las dificultades. Seguir construyendo para mejorar la imagen del pueblo, seguir pensando en invertir en el pueblo, seguir pensando en brindar lo mejor cada temporada de verano, seguir luchando por progresar y avanzar para que cada vez las cosas sean mejores.

Si conoces Miramar, pero no conoces a las personas que viven en ese lugar, te animo a que la próxima vez que pienses en un viaje hasta ese lugar, lo hagas. Si no conoces Miramar, no pierdas la oportunidad no sólo de conocer un lugar precioso por su flora, fauna y diferentes paisajes; sino de explorar un lugar lleno de historia, de esfuerzo, de sueños y de experiencias que esperan ser conocidas por otros.

lunes, 28 de febrero de 2011

Invierno en Miramar

Compartimos con ustedes "Invierno", perteneciente al libro "Bajo el cielo de Miramar. Rimas y prosas" de Julia Magdalena Viglianchino de Noddings:


Invierno 

El arco de San Martín da la bienvenida.

El mar, a la izquierda, y la tierra removida por las manos de obreros en esta parte de la costanera, y pronto todo esto se convertirá en jardines que irán a unirse a los ya existentes, que se extienden a lo largo de la explanada, hasta el muelle.

¡Muelle!... Te sorprendes? Si, Miramar tiene uno, algo “tembleque” por los años y el golpe del mar, pero que hace felices a los que en el tienden sus redes. El clima es poco variable. Días húmedos y vientos fuertes que hacen, mas allá de las dunas, voces de leyenda.

El sol, flojo, - sólo esta lindo al “reparito” - . No faltan días con reflejos de primavera. Para estos, sonrisas; para los otros, “-a mal tiempo buena cara” - .

Los guardarropas están equipados para estas ocasiones, con pilotos, pantalones para todo andar; y para la “bici”, botas. Muchas mujeres trabajan fuera de su hogar en tiendas, oficinas y fabricas, pero el domingo todo el mundo va a las canchas de fútbol. Allá van desde la humilde bicicleta despintada hasta el auto
lujoso.

Y pasa la caravana de motos, cargadas hasta con cuatro personas, y la bicicleta con parte de la familia sentada en el manubrio. Para el resto de la tarde no faltan clubes, cancha cerrada de pelota-paleta, plazas de juegos para los chicos, paseos.

En el invierno no falta donde ir a bailar, ni kermesses, ni fiestas familiares. Y los cines (mi sobrina María Lucia es partidaria entusiasta del cine). La playa esta, ahora, desierta, con algún pingüino muerto; pero llegará el verano, se cubrirá de carpas y sombrillas de vivos colores, y yo me sentaré en un banco de la plaza, frente al Casino, para observar el renuevo constante de seres con su sonrisa de esperanza.

¿Por qué no se dan una vuelta por acá? El arco de San Martín, en la entrada de Miramar, los espera con su bienvenida y la mía.

Fuente:
* Viglianchino de Noddings, Julia Magdalena. "Bajo el cielo de Miramar. Rimas y prosas". Talleres Gráficos IMPRENTA MIRAMAR. Avda. Mitre 1474. Miramar. Córdoba. Argentina.

sábado, 26 de febrero de 2011

Los museos Aníbal Montes y Fotográfico

Miramar cuenta con dos importantes museos, uno de ellos, el de más años de antigüedad, llamado Aníbal Montes que posee restos principalmente de esqueletos aborígenes, artesanías realizadas por ellos.


Además dispone de utensilios utilizados cotidianamente como vasijas, piezas que funcionaban como cubiertos, etc. En menor cantidad, animales autóctonos y especies embalsamados, y algo llamativo diferentes dibujos de aves que se pueden encontrar en la zona con su respectiva descripción y su propio canto.


El más visitado por los turistas, es el Museo Fotográfico, creado y mantenido por la Cooperativa Eléctrica y de Servicios Públicos Miramar Ltda. Dicho museo contiene la historia del pueblo desde el comienzo hasta la actualidad.

Fotos de color sepia, blanco y negro a la mejor definición digital mostrando no solo el paso del tiempo sino también, el paso de diferentes acontecimientos, crecimientos y una constante en el pueblo de Miramar las inundaciones y los saldos que las mismas dejaron a lo largo de los años.


Cada visitante puede disfrutar de una visita guiada en dicho museo donde se cuenta la historia del pueblo visitando cada galería de fotos organizadas por épocas y además la proyección de un video que contiene principalmente información, datos e imágenes de las inundaciones por las que atravesó la comunidad.

Paseo por su flora y fauna

En cuanto a flora y fauna, Miramar tiene diferentes sitios localizados en las periferias del pueblo donde se puede observar alejados del grupo poblacional flora pero mayormente la fauna del lugar compuesta en su mayoría por aves migratorias en su mayoría que solo están presentes en ciertas épocas del año en la zona.



Durante la época de verano, se pueden observar principalmente flamencos, pero durante el resto del año, infinidad de aves hacen sus nidos y tienen sus pichones alrededor de la laguna, en primer lugar porque las mismas prefieren el clima húmedo que proporciona la laguna y en segundo lugar, por la tranquilidad que existe a orillas de la misma.


Esto provoca tranquilidad en las diferentes especies, sabiendo que al ser una zona tranquila y ajena a ruidos extraños que pueden representar algún peligro, constituye un lugar óptimo para desarrollarse y reproducirse.

De lagos, lagunas, esteros, ríos y arroyos

Miramar tiene un importante valor relacionado a los sitios naturales, y por el uso económico que hacen sus habitantes de estos recursos, refiriéndonos a visitas guiadas dentro de la laguna, algunos viajes a islas que posee la misma.

Vista panorámica de Mar Chiquita

Hay cultivos y también cría de ganado alrededor de ella pero no se abastecen de la laguna por ser salada. Si lo hacen algunos campos a las riberas de los ríos que alimentan a la laguna ya que son dulces y por lo tanto fértiles para determinados cultivos.

Finalmente las posibilidades recreativas que ofrece son muchas sobre todo en la época de verano, podemos mencionar las siguientes: esquí acuático, canotaje, paseos en lancha, expediciones, banana y motos de agua.

Pero, a pesar de las diferentes actividades, se puede observar claramente el cuidado de cada habitante de la reserva de la laguna, plantas y animales, ya que hay determinados horarios para realizar dichas actividades sobre la superficie de la laguna y a ciertos metros de la costa para tomar las debidas precauciones, tanto para las personas que aprovechan las playas en la temporada como también para las aves que tienen sus nidos y refugios en las costas de la laguna.

Un lugar con historia

Miramar no registra una fecha de fundación y es el único asentamiento humano organizado que vive en la ribera de la mayor cuenca cerrada de Sudamérica, la laguna Mar Chiquita (o Mar de Ansenuza), espejo de agua salada que existe desde hace aproximadamente 30 mil años.

Se trata de una zona que al parecer nunca fue atravesada por el paso de la colonización española y que antes fue comarca sanavirona. La historia de Miramar se cuenta a través de sus hoteles y el comportamiento de la laguna, que se ha alejado y ha subido sobre el poblado que atardece mirando al sol perderse en un inmenso horizonte azul y marino.

El Hotel Viena es un ícono de Miramar
Las primeras construcciones hoteleras preceden a la aprobación del primer loteo, propiedad de Diehl y Ayerza (1921). Lorenzo Barone construyó lo que se considera el primer alojamiento para turistas en 1908: unas 20 habitaciones levantadas con la técnica constructiva del rancho criollo: barro y postes de quebracho.

Entonces, el agua para beber se traía de Pozo de los Bueyes, a 25 km de la costa, hasta que alrededor de 1910 se descubrieron pozos surgentes con agua potable.

A partir de 1912, los turistas podían llegar en tren, a Balnearia, y tras cruzar 12 km de tierra arribar a Miramar (recién se pavimentó en 1954). Pero además de paseantes, el ferrocarril trajo habitantes a este poblado que, sin Estado, caminos ni electricidad, comenzaba a delinear sus formas.

El Hotel Viena desde otra perspectiva.
El emprendimiento de Victorio Rosso, de la década del ’20, es indudablemente un hito urbano. Por aquellos años, se ingresaba al pueblo por este hotel y el cartel que anunciaba su nombre: Mira-mar es para muchos el antecedente que da nombre a la localidad.

Cubriendo una extraordinaria oferta de servicios, era visitado por cordobeses, rosarinos, porteños, santafesinos y algunos extranjeros. Un Ford T carrozado unía Balnearia con Miramar y ésta con El Tío, servicio que se considera el primer transporte interurbano de pasajeros de Córdoba.

Alrededor de estos primeros esfuerzos la costa de la Mar Chiquita se fue ocupando con muelles, casillas, vestuarios, embarcaciones, lanchas, veleros, flotadores y visitantes cubiertos de barro. La fangoterapia fue uno de los principales atractivos del lugar.

Un paraíso para contemplar.
En países como Alemania e Italia se recomendaban los tratamientos de agua y barro de esta enorme extensión de agua salada.

Con el tiempo, a su economía se sumó el desarrollo de la cría de nutrias falsas en cautiverio y el asentamiento de una producción hortícola intensiva. En 1951 la cría de nutrias producía 200 mil pieles y la Cooperativa de Criadores de Nutria (creada en 1949) nucleaba a 100 criaderos.

En 1948 se construyó el primer canal de 1.500 m de largo por 20 de ancho y un metro de profundidad. Y pese a la sequía que se extendió desde 1944 a 1955 las virtudes termales estaban potenciadas: el agua de los canales tenía más de 200 gramos de residuos salinos por litro y el fango era de fácil extracción.

Los atardeceres son un espectáculo digno de ver.
En 1957 la laguna volvió a acercarse a Miramar, avanzando dos años después sobre su costanera, por lo que a fines de 1959 llegaban a Balnearia las piedras que darían cuerpo a sus defensas costeras. Pero en 1961 las aguas retrocedían otra vez anunciando una nueva sequía.

En los años ’70, Miramar consolidó una importante infraestructura turística y la naturaleza, en un principio, acompañó el entusiasmo. Más de 100 hoteles, varios edificios públicos, tres kilómetros de costanera pavimentada, escaleras, duchas, sanitarios, playas públicas, accesos y bajadas para lanchas, club náutico, tres piletas públicas de agua salada y centros termales eran parte de su costa. Pero sólo a tres años de lo que parecía el despegue, una vez más la naturaleza se pronunció.

En 1974 comenzó un período húmedo que, entre los años ’76 y ’78, haría que las aguas de la laguna afectaran a 198 familias; cubrieran 37 manzanas, 120 mil metros cubiertos de edificación, el 90 por ciento de los establecimientos hoteleros, 60 emprendimientos comerciales; la terminal de ómnibus, el Centro Balneológico Termal, el camping municipal, escenarios para festivales al aire libre, escuelas primarias y secundarias, Banco de la Provincia de Córdoba, Cooperativa de Criadores de Nutria, Asociación Hotelera, Casino Provincial, dos de sus iglesias, el Club Náutico, los edificios de Entel y Encotel, todas las plazas públicas...

Vale la pena retratar sus paisajes.
El agua avanzó sobre el esplendor de Miramar y expulsó a una buena parte de su población: de 4.200 habitantes registrados en 1976, quedaron sólo 2.000, pasada la inundación (el censo de 2001 constató 2.500 residentes).

De ninguna manera fue fácil. Si bien el agua también trajo al pejerrey –estimulando una nueva actividad– y los esfuerzos por continuar se inclinaron hacia la curtiembre y la peletería, los miramarenses le dieron la espalda al mar y tardaron más de una década en vislumbrar soluciones.

En 1992, a través de un convenio con el ejército, se procedió a detonar las partes de Miramar que se levantaban bajo el agua.

Las inundaciones cambiaron el lugar.
El 15 de setiembre de 1992 con estruendos y dinamita Miramar decía adiós a una parte de su historia. Se cuenta que a los soldados encargados de la tarea sólo les tembló el pulso ante la cúpula de la iglesia de Santa Teresita, por lo que se solicitó la presencia del cura párroco para apretar el detonador.

Casi nada quedó de la arquitectura de esos años, quizá sólo se salvó la torre del casino Copacabana que, aún hoy, se levanta como un faro en la playa.

A más de 10 años de esos acontecimientos, en Miramar se siente la brisa del cambio. Es inminente la construcción de una nueva costanera –proyecto de la Dirección Provincial de Agua y Saneamiento (Dipas) – y la ejecución de emprendimientos privados de envergadura.

El municipio, por su parte, está reelaborando sus códigos de edificación deseando que las obras del hombre puedan amalgamarse con la naturaleza compleja de la laguna.

Fuente:
La Voz del Interior